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jueves, 28 de octubre de 2010

Los cubanos aprenden a pagar impuestos

El diario 'Granma' publica un manual de fiscalidad para persuadir a los nuevos autónomos y empresarios  |  Muchos isleños se quejan estos días ante lo que, por falta de hábito, ven como una nueva plaga: el fisco

El verbo tributar apenas se conjuga en Cuba. Hasta hace muy poco, los impuestos se veían en general como una desgracia ajena. Pero ahora que empieza a aplicarse la reforma laboral de Raúl Castro, con la conversión de cientos de miles de funcionarios en trabajadores por cuenta propia y asalariados que deberán pagar fuertes tributos, la población ve en el fisco un azote casi tan odioso como el mosquito del dengue. Para disipar temores y concienciar al personal de la bondad y necesidad del nuevo sistema fiscal, las autoridades han iniciado una interesante campaña de pedagogía y persuasión tributaria.
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Después de algunos artículos de aviso con información genérica sobre el asunto, el diario Granma publicó el viernes un completo manual para gentes poco familiarizadas con el fastidioso mundo de la fiscalidad. Porque, "aun cuando a diario los cubanos rehacemos números y cuentas para equilibrar los gastos hogareños, poco conocemos de conceptos como impuestos, tasas o contribuciones", arrancaba el informe.

Desde que el sindicato único anunció hace un mes la concesión de licencias para autónomos, cooperativas y empresas privadas a fin de compensar la paralela eliminación de más de un millón de empleos públicos en los próximos años, muchos cubanos comenzaron a rezongar sobre el advenimiento de una plaga que, unida a las dificultades para adquirir materias primas con las que confeccionar todo tipo de productos, amenazaría cualquier plan de emancipación económica: los impuestos, claro.

De ahí que el manual de Granma subrayara que, "en contra de lo que muchos coterráneos presumen, el cobro de los tributos no guarda ninguna relación con medidas represivas o sanciones", sino que son "una necesidad para financiar los cuantiosos gastos sociales" del país. Y una vez más, "urge que los obligados a pagar (impuestos y contribuciones) entiendan concienzudamente la importancia de su recaudación por el Estado; se trata de lograr una cultura tributaria que despeje dudas, tabúes y conceptos erróneos". Es como el "Hacienda somos todos" de los años 80 en España.

La guía editada por el órgano oficial del PC cubano detallaba los cuatro tributos fundamentales que habrán de abonar los trabajadores por cuenta propia y nuevos empresarios. De un lado, los impuestos sobre ingresos personales (como el IRPF español); sobre ventas o servicios, y, en el caso de los que contraten asalariados –posibilidad que no existía hasta ahora–, por "utilización de la fuerza de trabajo"; de otro lado, la contribución a la Seguridad Social, siempre del 25%, pero con la particularidad de que será el propio contribuyente quien elija la base sobre la que pagar. El Estado le ofrece nueve cuantías posibles, entre los 350 y los 2.000 pesos cubanos (de 16 a 90 euros); del monto que el cuentapropista decida cotizar dependerá lo que luego perciba como pensión.

El manual incluía un diccionario de 17 entradas para no perderse en el laberinto tributario. Año fiscal, hecho imponible y, por supuesto, tributo, impuesto, tasa y contribución son algunos de los términos explicados.

No faltan los avisos a quienes osen evadir al fisco, sobre quienes caerá el peso de la ley aunque desconozcan su letra. Así que, ya saben, venía a decir la guía en su frase final: "Entonces, a pagar lo que se debe y pagarlo bien".

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