Aunque Call of Duty: Black Ops, la saga bélica de Activision, lleva a la venta desde el pasado viernes en toda España, hoy es el día del lanzamiento oficial, la fecha señalada en el calendario por los jugadores de todo el mundo para invertir un buen puñado de euros en unas cuantas misiones de guerra. ¡Y qué guerra!
En la primera misión, el objetivo es Fidel Castro. El jugador tendrá que disparar al líder cubano y esta vez no aparecerá en pantalla el mensaje de 'Es posible que algunos jugadores encuentren una de las misiones ofensiva, ¿quieres omitir esta misión?' del año pasado. Así que mata o muere. Por suerte, Treyarch, el estudio en el que se ha creador el juego, pensó en el conflicto internacional que podían ocasionar y la misión tiene giro final. Respira el mundo.
El siempre ensombrecido estudio Treyarch, ha aprovechado la espantada de talento de Infinity Ward de los últimos meses para, digamos, dar un pequeño 'golpe de estado' y quedarse son el papel de 'primer desarrollador' de la serie Call of Duty, si es que eso existe, a partir de Black Ops. Y no lo han hecho por las bravas, sino haciendo el juego de tiros que la gente quiere ver en su consola, posiblemente con la mejor historia que las que se hayan contado hasta el momento en toda la saga.
Si el año pasado se puso solo una pequeñísima pega a la forma en que se contaban las cosas en Modern Warfare 2, ya que podía acabar con el despiste de algún jugador y que no se enterase de si era espía, terrorista, agente de la CIA o de la TIA, para Treyarch solo hay aplausos en el territorio de lo narrativo.
La historia está perfectamente explicada, desprendiéndose de ese aire de conspiración y ciencia ficción clásico en los juegos de Infinity Ward y aportando un pequeño toque de realismo con detalles como la presencia de personajes históricos reales, vídeos que introducen al jugador al momento en el que ocurren los hechos o situaciones explícitas en el campo de batalla.
Pero no todo es realismo en esta aventura militar por los años de la Guerra Fría en los que recorreremos Cuba, la URSS, Laos, China o EEUU, también existe la explosividad y el artificio clásico de Call of Duty, los momentos de agonía, situaciones épicas, típicas traiciones de los que cree el jugador que son sus compañeros y, de fondo, siempre, la batalla y el fuego cruzado.
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En la primera misión, el objetivo es Fidel Castro. El jugador tendrá que disparar al líder cubano y esta vez no aparecerá en pantalla el mensaje de 'Es posible que algunos jugadores encuentren una de las misiones ofensiva, ¿quieres omitir esta misión?' del año pasado. Así que mata o muere. Por suerte, Treyarch, el estudio en el que se ha creador el juego, pensó en el conflicto internacional que podían ocasionar y la misión tiene giro final. Respira el mundo.
El siempre ensombrecido estudio Treyarch, ha aprovechado la espantada de talento de Infinity Ward de los últimos meses para, digamos, dar un pequeño 'golpe de estado' y quedarse son el papel de 'primer desarrollador' de la serie Call of Duty, si es que eso existe, a partir de Black Ops. Y no lo han hecho por las bravas, sino haciendo el juego de tiros que la gente quiere ver en su consola, posiblemente con la mejor historia que las que se hayan contado hasta el momento en toda la saga.
Si el año pasado se puso solo una pequeñísima pega a la forma en que se contaban las cosas en Modern Warfare 2, ya que podía acabar con el despiste de algún jugador y que no se enterase de si era espía, terrorista, agente de la CIA o de la TIA, para Treyarch solo hay aplausos en el territorio de lo narrativo.
La historia está perfectamente explicada, desprendiéndose de ese aire de conspiración y ciencia ficción clásico en los juegos de Infinity Ward y aportando un pequeño toque de realismo con detalles como la presencia de personajes históricos reales, vídeos que introducen al jugador al momento en el que ocurren los hechos o situaciones explícitas en el campo de batalla.
Pero no todo es realismo en esta aventura militar por los años de la Guerra Fría en los que recorreremos Cuba, la URSS, Laos, China o EEUU, también existe la explosividad y el artificio clásico de Call of Duty, los momentos de agonía, situaciones épicas, típicas traiciones de los que cree el jugador que son sus compañeros y, de fondo, siempre, la batalla y el fuego cruzado.
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